martes, 13 de octubre de 2015

En memoria de Francesc Ferrer i Guàrdia.

Hoy se cumplen 106 años del fusilamiento de un hombre digno y honesto como pocos: Francesc Ferrer i Guàrdia, pedagogo y teórico anarquista que renovó el concepto de educación a través de la Escuela Moderna, centro educativo que impartía enseñanza inspirado en los principios de de la pedagogía libertaria (escuela laica, mixta, racionalista, moral y no represiva)
En sus apenas cinco años de vida, la Escuela Moderna sentó las bases de las reformas educativas que años más tarde emprendería la II República, también muy influidas por la Institución Libre de Enseñanza.
Tras los hechos de la Semana Trágica de Barcelona en 1909, Ferrer i Guàrdia, que se había ganado la aversión de la oligarquía por su constante rechazo de los privilegios que esta consideraba de origen divino, fue detenido y sometido a un juicio lleno de irregularidades que lo condujo ante el pelotón de fusilamiento. Huelga decir que Ferrer no tuvo absolutamente nada que ver con los hechos que se le imputaron; su muerte provocó una oleada de protestas en toda Europa, sin consecuencias prácticas para el régimen corrupto de la Restauración.


miércoles, 7 de octubre de 2015

El baile de Soraya

La política espectáculo se la podrán permitir, con reticencias y en todo caso, países con larga tradición democrática, en los que una ciudadanía consciente de sus derechos, no olvidará la exigencia a sus cargos electos ni confundirá el espectáculo con la política y viceversa, por muy estrecha que sea la relación entre ambas en más ocasiones de las deseables.

Desgraciadamente, no es el caso de la periferia sur de Europa: democracias endebles con ciudadanos instalados en la desidia, propia de quienes saben de la poca influencia que han tenido sus deseos en los asuntos de gobierno.
Ejemplos como el de Berlusconi, que cantaba, explicaba chistes y bailaba mientras robaba a manos llenas y permitía que lo hicieran sus jefes del crimen organizado, deberían alertarnos de que las sociedades políticamente inmaduras no pueden permitirse, de ninguna manera, caer en estas estrategias de mercado de objetivos siempre discutibles.

Entre nosotros la política espectáculo, de raíz anglosajona, quiere banalizar el ejercicio de poder, hacer llegar a los ciudadanos el mensaje de la poca importancia de la actividad política, que acaba convirtiéndose en una molestia de la que es mejor desprenderse, delegando a los terceros, los partidos políticos, toda responsabilidad en la gestión de los procesos de gobierno.